Hoy en día, los platos típicos de Semana Santa que le vienen a uno a la cabeza, al menos en Madrid, son el potaje y las torrijas pero, ¿era también así hace 100 años? Para nada, pero si crees que la Semana Santa eran solo vigilias, ayunos y abstinencias estás muy equivocado: manolas y chulapos se daban a la gula con fruición sin que, sorprendentemente, el potaje o las torrijas figurasen entre las principales viandas.
El menú palaciego para pobres en Palacio Real del Jueves Santo
Una de las costumbres más desconocidas de la Semana Santa madrileña era el lavatorio de pies que realizaban reyes y reinas a doce pobres de solemnidad -docena de varones para él; docena de mujeres para ella- los Jueves Santos en el Palacio de Oriente. Realizado el lavatorio, a los agasajados se les servía un banquete –respetuoso, como no, con las normas de abstinencia impuestas por la Iglesia en Semana Santa– en el que ni el potaje ni las torrijas tenían su sitio reservado. Así, el Jueves Santo de 1897 María Cristina, regente desde el fallecimiento de Alfonso XII dos años atrás, ofreció tortilla en escabeche, empanada de sardinas, alcachofas rellenas, coliflor frita, múltiples pescados -merluza, salmón, mero, besugo en escabeche- y postres como el arroz con leche, las tortas de hojaldre o el queso de bola. Con gollerías así, no creo que ningún convidado echara a faltar el bacalao o las torrijas…
Procesiones de Viernes Santo en Madrid: glorificarás la comida callejeras
El Viernes Santo se celebraba la procesión de la “Cara de Dios”, una de las más populares de Madrid. La comitiva recorría toda la calle de la Princesa hasta la capilla de la Santa Faz, hoy desaparecida. Las aceras estaban plagadas de puestecillos con estampas devocionales, así como de innumerables tenderetes que vendían churros, buñuelos, castañas pilongas y “torraos”, estos últimos probablemente sin saber que eran típicos de la Pascua de los judíos sefardíes en España. No faltaban tampoco los despachos callejeros de vinos, abiertos toda la noche. Si por el día servían cientos de chatos, de madrugada pasaban al anís y el aguardiente de guindas. Tanto alcohol hacía que proliferaran “cantaores” de saetas que, a falta de bailes en Semana Santa por la prohibición de la Iglesia, ponían una nota musical a la noche madrileña.
El Viernes Santo, con chocolate, mejor.
Tanto el Jueves como el Viernes Santo se suspendía el tráfico rodado en el centro de Madrid para facilitar la visita de capillas y sagrarios. Si crees que nuestros bisabuelos eran todo devoción te equivocas, porque se ponía tanta atención rezar con fervor en las iglesias, como a mirar y dejarse mirar -solemnemente engalanados- a lo largo del recorrido. Y a media tarde, a merendar a los cafés, que apenas daban abasto aquellos días. Chispero, en su ¡Aquél Madrid! (1900-1914), habla del chocolate con bizcochos, la leche merengada, y los helados de mantecado, vainilla y fresa. La horchata, las natillas y, de nuevo, el arroz con leche también hacían aparición. Las torrija ni las menciona, pero si te extraña este nuevo silencio es que aún no sabes nada sobre su verdadero origen, ligado a la Navidad.
Sábado Santo: la tradición de la mona de Pascua en Madrid.
Comparado con Cataluña o Valencia, podría parecer que la mona de Pascua es ajena a Madrid, pero nada más lejos de la realidad. Recoge Martínez Llopis en La cocina típica de Madrid que los escaparates de las confiterías de la capital aparecían el Sábado Santo llenas de monas de Pascua que, al modo manchego, se parecían por su masa a la empleada en la elaboración del roscón. Arriba del todo, en el centro, el característico huevo -podían ser dos-, con unas decorativas tiritas de masa por encima para que no escape. Y hablando de huevos, los había también de chocolate que, sin llegar al esplendor de los elaborados en Barcelona, anticipaban ya la llegada un siglo después del conejito de Pascua sajón.
Apunta que, con el Domingo de Resurrección comenzaba la temporada de estrenos en el teatro, las corridas de toros y las actuaciones del circo Price y comprobarás que, además de por el comer, la Semana Santa despertaba mucho más que devoción en aquel Madrid de principios del XX. Y ahora, ¡a disfrutar la Pascua de este 2024, por mucha lluvia que se anuncie!
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Javier, gracias por recordarnos las costumbres pasadas y no conocidas por mi y me imagino que alguno mas, gracias
De nada, anónimo lector. Disfrute Ud. de esta Semana Santa, que estamos ya en capilla.
Un saludo.