Muchos estadounidenses alaban nuestros cocina, pero lo cierto es que allí la presencia de restaurantes españoles es ridícula tanto por el número como por su autenticidad. Y ello pese a los esfuerzos de cocineros como José Andrés, quien acaba de lograr una segunda estrella Michelín por uno de sus locales en Washington, Minibar. Ya en 1932 Julio Camba, nuestro mejor periodista gastronómico, ironizaba sobre los atentados cometidos contra la cocina española al otro lado del charco.
¿Español? Me encanta México…
Así me respondieron guardando cola en la estación de autobuses de la Calle 42 en Nueva York. La confusión de lo español, lo mexicano y lo cubano ya existía en tiempos de Camba y afectaba, como no, a la decoración y al personal de los restaurantes patrios: “Un tejadillo a la entrada, inspirado en las misiones de California. Una reja. Una cabeza de ternera, no en la carta, donde estaría indicadísima con un poco de vinagreta, sino en la pared, haciendo de cabeza toro. (…) Las camareras, supposed to be morenas, son mulatas para mayor garantía. Música de Carmen, ejecutada por una orquesta de negros en trajes de luces”. Qué tiempos aquellos en los que no se ponía el sol…
La comida española en EE.UU.
Imposible evitarlo: la comida mexicana campaba como Pedro por su casa junto a especialidades patrias en aquellos restaurantes: “Spanish Bellow rice (paella valenciana), chile con carne, frijoles negros, gallegan broth o caldo gallego, etc., etc.”. Para Camba la confusión nacía del origen griego o irlandés de los dueños los restaurantes, “lo que excusa muchas de sus equivocaciones, como, por ejemplo, la de hacerle tomar a uno fabada asturiana a los acordes del himno búlgaro”.
En EE.UU., ¿nos odian o nos adoran?
Si pensabas que esta polémica es nueva, escucha lo que decía Camba: “la especie de que los Estados Unidos nos odian tiene el mismo valor, poco más o menos, que la de que nos adoran, especie esta última bastante difundida también”. Camba desengaña a quienes señalaban la presencia de restaurantes españoles como prueba de este supuesto amor: “Y porque un compatriota de Venizelos le dé a usted un plato nicaragüense en un lugar de Nueva York más o menos californiano, ¿va usted a pensar que España está de moda en los Estados Unidos? La verdad de todo ello, la triste y dolorosa verdad, es que los Estados Unidos ni nos adoran ni nos odian”.
Y hoy, ¿nos odian o nos adoran?
Pues hoy, como en 1932: ni nos odian ni nos adoran, por mucho Jaleo que organice José Andrés en plena capital. Porque basta visitar un supermarket para comprobar nuestro limitado impacto en su lista de preferencias. Por no hablar del número y la autenticidad de nuestros restaurantes. Te suena, ¿verdad? Nada nuevo bajo el sol… del imperio.
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Por lo que he visto, en Inglaterra, en Alemania y en Austria pasa exactamente lo mismo, aunque estén geográficamente mucho más próximas: lo normal es que un restaurante «español» ofrezca desde paella, tacos, gazpacho, guacamole… Por otra parte, el propietario puede ser tanto un argentino como un bieloruso.
¡Cuánta razón tienes, lo que debería hacernos pensar que tal vez nosotros hagamos lo mismo con sus restaurantes aquí! Estoy pensando en esa carbonara «italiana» hecha casi siempre con nata, el tabouleh con cuscús, etc… Muchas gracias por el mensaje. Saludos.
Llevas razon, yo estado varias veces en Estados Unidos y yo creo que lo que tu dices es verdad, ni nos odian ni nos quieren
Lamentablemente somos bastante ignorados. La otra cara de la moneda es que, cuando los estadounidenses viajan a España, dedican una gran atención a nuestra gastronomía y vuelven encantados. Lástima que no se traduzca en importaciones y restaurantes de nivel allí…. Un saludo, y gracias por tu mensaje.
Bueno, ahora que ha ganado el «loco» Trump, lo más probable es que sea la guinda, y no precisamente dulce, para ir pensando en cerrar los pocos o muchos lugares de comida española, ya que el citado personaje deseará cerrarlos o incluso quemar.
Abrazos
Paco